02 April 2013

Diego Velázquez - Filipe IV (1623)


En contraste con el cuadro de Sorolla de ayer, éste no me da tanto placer inmediato. No es una celebración de la vida, como el de Sorolla. Sin embargo, no quiero decir que este cuadro no es disfrutable. Sencillamente, es disfrutable en una manera diferente. Es como, si no sirve para celebrar la vida, te impresa con su verosimilitud. ¡Podría ser casi una foto! ¡Y que habilidad poder hacer eso! Por ejemplo, mire a la onda del pelo del rey, o a su labio inferior gordo. ¿Has visto alguna vez cosas tan parecidas de una foto? Pero, claro, si este cuadro hubiera sido una foto, el rey sería feo. Vamos, ya veremos que no es guapo. Pero, por sido pintado, podemos apreciar su aspecto. Es una paradoja. El cuadro es bellezo, porque parece a una foto. Pero sí hubiera sido una foto, sería feo. Entonces, la pregunta es, qué es en ser un cuadro que el da belleza? Pues, tiene que ser la habilidad de Velázquez, para realizar algo así. Tiene que ser su habilidad para recrear la vida. En este sentido, lo que me da placer en este cuadro no es nada de la naturaleza. En su lugar, es la capacidad humana para recrear la naturaleza. Creo que es por eso que este cuadro es disfrutable.